El filósofo Rafael Argullol escribe un artículo sobre el personaje que gobierna Italia. La novedad de Berlusconi es la fusión del gobernante arbitrario y el burlón grotesco:
Berlusconi habría tenido la habilidad de apoderarse de dos papeles contrapuestos del escenario para erigirse en rey-bufón. Esta síntesis le daría una ventaja de grandes proporciones pues asumiría las funciones de las dos figuras, el poder del rey y el contrapoder del bufón. Basta recordar las obras de Shakespeare o las pinturas de Velázquez para rememorar en qué consistía dicho contrapoder y cómo la bufonada canalizaba y redondeaba el absolutismo real. El bufón necesitaba del rey para difundir su visión grotesca -y popular- del mundo; el rey requería del bufón una ironía brutal que hiciera soportable su arbitrariedad.
La jugada maestra de Berlusconi ha sido usurpar muchos papeles y presentarlos superpuestos ante sus adversarios. De un lado, el rey absoluto que se apodera de la mayoría de los resortes del poder; de otro lado, el bufón que distorsiona grotescamente el paisaje, aunque no para proclamar la verdad -como harían los bufones medievales o barrocos-, sino para reforzar la mentira. En cuanto rey, Berlusconi es el hombre más rico de Italia y el propietario casi monopolístico de los medios de comunicación. En cuanto bufón, es el encargado de ironizar sobre su propio poderío mediante la continua manipulación del lenguaje.
Creo que lo catastrófico para la sociedad italiana ha sido dejar que se cerrara el círculo permitiendo que Berlusconi dispusiera del poder y del contrapoder. Eso hace que muchos perciban la situación política como una enfermedad espiritual y moral.
Pero no se trata de una enfermedad exclusivamente italiana: la mezcla de poder y dinero, el imperio de la vulgaridad y de la corrupción que encarna Berlusconi contaminan el mundo.
Por acá tuvimos a Fox sin tanto poderío económico pero maestro en payasadas y en el polo opuesto pero igualito a nuestro presidente legítimo que dice presidir una república que sólo él y sus allegados conocen y que como un bufón cansado decidió permutar los chistes por verdades a medias o francas mentiras.
Publicado por: Fabricio Mijares | 23/05/2008 en 11:00 a.m.
Soy Mexicano y habito en Roma, un sábado antes de las elecciones, pude ver a este hombre en vivo en un eventual mítin al que sin querer llegué paseando cerca de los rumbos del Pantheon. Grotesco, sobre todo en el momento en que lanzaba invectivas contra un helicóptero que sobrevolaba el área y apagaba la estridencia de sus bufonadas. Suscribo en todo el post.
Publicado por: Miguel Angel Osuna | 23/05/2008 en 03:05 p.m.
EL bufón que tenemos acá es otro facistoide como Berlusconi, pero no tiene dinero, ni es dueño de las televisoras, aunque tiene mucho poder mucho poder. Evidentemente no es Calderón, de hecho se presenta como izquierdista. A ver adivinen...
Publicado por: hugh | 23/05/2008 en 07:27 p.m.
No estoy de acuerdo en que sea una novedad. Ya Mussolini combinó al histrión grotesco con el poder político arbitrario. Berlusconi es heredero del Duce, si bien no en lo ideológico, sí en las formas. Pero a los italianos les encata el modelito. Aman a los payasos.
Publicado por: El Oso Bruno | 26/05/2008 en 08:33 a.m.