El establecimiento del derecho universal al matrimonio ha servido para poner en claro la filosofía política del PAN. De aquello trata la reforma en el Distrito Federal: de la universalización de un derecho. El cambio implica la generalización de una libertad que sólo podían ejercer algunos. La reforma se inscribe así en el camino de los derechos civiles que han ido eliminando progresivamente la discriminación. Si no hay razón para negar el voto a alguien por razones de raza; si no hay justificación para impedir que un cargo sea ocupado por una mujer, tampoco encuentro razón válida para rehusar el reconocimiento público a una pareja que se compromete, sea cual sea su identidad sexual.
El PAN ha ofrecido sus razones para oponerse al derecho universal al matrimonio. Son interesantes porque revelan el sitio donde alojan la política. Nunca como ahora se ha expuesto la relación de Acción Nacional con la ortodoxia, su disposicion a convertirse en escudero de lo sagrado. En materia política, el PAN ha pensado con cabeza propia. Ahí se han discutido y promovido cambios de signo positivo en la vida pública del país. Pero ahora que se debate lo más íntimo, lo más personal, el partido gobernante no ha podido más que defender las ofuscaciones clericales y exigir la sumisión de la política frente a la fe. Obispos y panistas nos dicen que el matrimonio no es cosa humana, que es manifestación de la naturaleza. Una práctica milenaria que el capricho democrático no puede alterar. Siendo un fruto natural, el matrimonio escapa del poder humano. El hombre no instauró caprichosamente la familia; no la inventó la sociedad, ni la ensambló algún gobierno con fines utilitarios. El matrimonio fue diseñado por la amorosa inteligencia de la que brotó el cosmos. Un acto de soberbia imperdonable, un atropello de consecuencias morales devastadoras sería que la vanidad humana pretendiera rehacer la inmejorable institución.
A Mariana Gómez del Campo, empeñosa dirigente del PAN en el Distrito Federal, debemos la clarificación de la filosofía panista. En una interesante entrevista con Carlos Puig, Gómez del Campo defendió la tradición como tabú. No invocó lo que ha sido como sugerencia de lo debe seguir siendo, ni habló de los orgullos de la costumbre. De esa tradición conservadora pueden brotar advertencias sensatas. Lo notable en la reflexión de Gómez del Campo es que no despliega esa lógica, sino que invoca lo sobrehumano, lo inalterable. Acudió al expediente de la tradición para consagrar el tabú, aquello que no puede ser tocado, aquello que escapa al poder humano. Las implicaciones teológicas de su razonamiento son más que obvias. A las instituciones políticas no corresponde definir una institución milenaria, dijo. Nosotros no podemos redefinir lo inmutable. El matrimonio es y sólo puede ser lo que ha sido: un hombre y una mujer en busca de descendencia. Se refirió así a las raíces de la palabra matrimonio, como si la etimología definiera el contorno de una institución legal. Curioso argumento político: antes de regular una práctica, antes de normar un hábito, acudamos al diccionario de Corominas para ubicar los límites de nuestra imaginación. Por encima de los derechos fundamentales, arriba de la Constitución, honremos la raíz de las palabras.
No podemos trastocar la esencia de una institución natural, dicen. El problema es que, quienes invocan la naturaleza, son los menos dispuestos a abrir los ojos a la universalidad de la experiencia homosexual y a las mutaciones históricas y culturales del matrimonio.
Al coronar la etimología como fuente de ley, el conservadurismo panista adquiere nuevos tonos: denuncia a la voluntad como fermento pecaminoso. El argumento, no es solamente antiliberal, es antimoderno: niega al hombre el poder de organizar su vida a través del acuerdo. Santificando la naturaleza, denuncia la perversidad del artificio. Universalizar el derecho al matrimonio tendrá, nos dicen, consecuencias funestas. En un comunicado, el grupo parlamentario del PAN en la Asamblea capitalina anticipa su cruzada: "No cejaremos en proteger a la niñez para evitar a toda costa que sean utilizados para satisfacer perversos e irracionales deseos antinaturales, que perjudican, confunden, dañan y violan los derechos de los niños y las niñas." No es el cardenal Rivera quien habla de perversos e irracionales deseos antinaturales. Es el PAN. Renunciando a la prudencia burkeana, los panistas reivindican en estos temas la rabia de Joseph de Maistre, quien negaba cualquier poder a los mortales para instituir derechos. El hombre no legisla: el único legislador auténtico es el autor de la naturaleza, el inventor de las palabras.
La política de las etimologías no pretende cuidar una tradición. Defendiendo instituciones de mármol, deshumaniza la política. Invocando la naturaleza, rinde pleitesía a la teología. Niega con ello el ánimo hospitalario que respira la palabra política, desde su raíz.
En la columna ETIMOLOGÍA Y POLÍTICA hace una defensa del matrimonio gay, basada en la discriminación que existe a esas personas.
En el derecho natural y del hombre, existen ciertos derechos que no son para todos. Naturalmente, aunque lo desee nunca podrás ser madre. En los derechos creados por el hombre, plasmados en la Constitución existen muchas discriminacíones por motivos de edad y de creencia religiosa. Se niega el derecho de ser ciudadano a todo aquella persona que no cumpla ciertos requisitos (edad, uno de ellos) y se niega a los ministros de culto ejercer cargos públicos. Bajo esa misma lógica, se reserva el matrimonio para las uniones entre un hombre y una persona (ver definición en el RAE), y la ADOPCIÓN para un matrimonio de un hombre y una mujer. En mi caso no me escandaliza el matrimonio o unión entre un homosexuales, pero me preocupa la adopción de niños, y que estos a su vez sean compañeros de los míos, porque penosamente tendré que "limitar" esa amistad, a menos de que ahora se prohiba que como padres eduquemos a nuestros hijos.
Publicado por: Violeta | 04/01/2010 en 05:53 p.m.
A partir del comentario de Violeta.
Me da tristeza como la gente no esta lista, no para un matrimonio homosexual, no para la adopcion, sino para la simple tolerancia de que un niño pueda tener padres homosexuales. El ser hijo de padres homosexuales no es algo nuevo y definitivamente mostramos nuestra ignorancia con nuestras acciones. Que lamentable que personas que tienen acceso a la informacion actuen de ese modo, ¿que podemos esperar de la gente que no lo tiene?
Mi participacion es basicamente que no se debe juzgar a los hijos por sus padres o bien "limitar" amistades por mera ignorancia.
Publicado por: Cesar | 04/01/2010 en 07:16 p.m.
Cuál es la finalidad del matrimonio?amarse, respetarse y ayudarse.Claro que nuestra comunidad noe stá preparada para tolerar a las parejas de homosexuales, ¿pero cuándo lo estará?
Los argumentos de Mariana del Campo dan pena!, y es una lástima que el PAN sea el monaguillo de la Iglesia en un país laico como el nuestro.
Hay que practicar la tolerancia señores,es parte de la democracia aunque no les guste.
La cuestión de adoptar niños personalmente creo que debiera discutirse, analizarse, sin
tapujos de un lado y de otro, en suma hizo falta debate.
Saludos.
Publicado por: María | 04/01/2010 en 09:08 p.m.
me gustaria que con la misma enjundia defendieran los derechos que tenemos los fumadores. ¿Por que un restaurant o bar no puede elegir ser "para fumadores"?
yo fumo, y me han hecho sentir como leproso en lugares publicos, ¿que hago? ¿dejo el cigarro y ma convierto en gay???
Publicado por: Pepe Ortiz | 04/01/2010 en 09:37 p.m.
La negación de la realidad como rasero para establecer los límites de la "moral" y ética de generaciones futuras... ¡Bienvenida sea la segunda década del siglo XXI!
Publicado por: juan pablo | 04/01/2010 en 11:30 p.m.
Sería complicado encontrar, exponer exacto, pero entre las noticias que leí de los periódicos, di con un comentario —con bastante sentido común— de que el matrimonio era anterior al cristianismo y la religión católica, que éste viene de antes, tiene carrera larga, muy larga, que no lo hace patrimonio exclusivo de tales creencias, o le da pertenencia sólo a los sacramentos, ni por supuesto, al modo de circunscribir todo compromiso, siendo meramente el matrimonio en materia civil compromiso dentro del espacio público de respeto, igualdad y ayuda entre dos personas en comunidad de vida. A esa observación no le faltó razón. A Benito Juárez, que no tenía un pelo de improvisado, la instauración del matrimonio propiamente civil entre hombre y mujer, dentro las Leyes de Reforma en contrapartida a lo eclesiástico, sin circunscribir la esfera religiosa, toda la separación de criterios de la Iglesia concretamente católica de las leyes del Estado, laico, le valió la violencia entre más cuestiones de sus detractores traducida en una guerra civil, pues juzgaban las Leyes de Reforma, los supuestos juaristas, muchos hoy día comunes —y en su momento parteaguas que honró a México— como inadmisibles. No falta, no se necesita ser masón, juarista o tomar como bandera sólo Juárez, para darse cuenta que México fue pionero que siguieron otros pueblos, con esas y más leyes emprendidas bajo el auspicio del Benemérito, eso lo concluye cualquier razonamiento histórico igual.
Publicado por: Omar Alí Silva Alvarez | 05/01/2010 en 12:12 p.m.
Si la aspiración es ser mas iguales legalmente, es indispensable que los cuidadanos nos formemos en la cultura de la tolerancia.
La moral al ser personal desata confrontaciones que terminan en la subjetividad, por eso debemos aceptar que las personas tienen derechos y obligaciones, en lo segundo se inscibe el "debate" sobre la adopciòn. Aceptar que no todos somos iguales pero todos tenemos derechos, es un buen inicio, por mas escandolosa que sea la aplicaciòn de la ley.
Publicado por: Daniel MM | 06/01/2010 en 01:22 p.m.
Hay que atreverse a lanzar hipótesis de trabajo a manera de sondas ‘equívocas’, que quizá no terminen ni resulten serlo. A lo mejor concluimos o descubrimos son más inequívocas. La labor de investigación, seguir la pista al fenómeno matrimonio, puede dar sorpresas. Nada como el espacio de una etimología —lo sabemos— a ojos de buen cubero, sin ojos inyectados igual, que esté abierto al sano sentido inquisitivo, histórico. A diferencia del ojo inquisidor conservador o revisionista, que a veces no construye ni deconstruye —sea en forma histórica en el presente— al estar comprometido a conclusiones preestablecidas, no lo que investiga.
Iván Illich por ejemplo, dio con descubrimientos y redescubrimientos muy loables con un proceso de re-visitación al pasado, al plantearse hipótesis o problemas de afirmación mediante rastreos históricos, así le interesase a veces sólo verificar o convalidar un pensamiento conservado en algunas de sus afirmaciones necesitadas de reafirmación. Lo que por inicio resultó interesado en muchas conclusiones de su parte, pero no demerita en nada la validez a su vez del método y aportaciones diversas en sus disertaciones, donde abordó problemas de análisis. Nos podemos dar cuenta, lo sabremos desentrañar mejor, si le leemos.
En apuntes cortos, arrastrando el lápiz, lo que podría comentarse respecto la mera etimología de matrimonio, en cuanto al derecho adquirido de la mujer por ser madre dentro de las leyes (de referencia romanas), es que bien puede entenderse (no definirlo ni considerarlo) a partir de la manumisión y hasta pertenencia igual de la mujer casi como cosa al pater familias romano y, por decirlo así, a partir de su ‘emancipación’, así sólo fuese en términos relativos. La mujer, como quizá especularía Graves (pensando en ella, no en el hombre ni en su sexualidad literal), estaba opacada o sujeta al poder patricio o del padre, a la figura paterna o pater familias, solo encontrándose en plano de una singular igualdad o emancipación pocas al procrear respecto un cónyuge y padre de sus hijos, por consiguiente, respecto del propio pater familias (principal), legalizada así, siendo así protegida su prole. He ahí porque al matrimonio sería un sinsentido llamarlo digamos ‘patri-monio’ (más abocado a res-cosas, bienes, herencias, no directamente a hijos ni ínclitos derechos de la mujer, así sólo fuesen en función de un hombre en la precursora sociedad romana). El matrimonio puede pensarse así, a partir de la acepción etimológica rigurosa, en función del derecho de una mujer para tener y sólo tener hijos con el hombre. Hoy día, sin adentrarse en el dinamismo etimológico de las palabras, sus cambiantes sentidos, se han reconocido más y más derechos a las mujeres, incluso la transmisión del apellido vía materna. Práctica que, al ser moneda corriente aceptada en algunas más matriarcales sociedades, aparece como opción de algunos regímenes civiles transmitir el apellido materno, el paterno o ambos por poner el ejemplo.
La historia, cualquier ciencia social, como bien recuerda Agapito Maestre de frase de Alfonso Reyes, requiere integración que es ética, de vueltas de tuerca en ocasión con pinzas de distinta dimensión o asimiento rudo y no, sin truquear por truquear la árida especialización, o como Reyes mecánico dijo: “¡Ay de la ciencia que olvida la integración de sus destinos humanos, y particularmente si ella es la ciencia social! Esta integración se llama ética”. Sí… magia, ética.
Habrá que volver una y mil veces a la ética entonces, cuando se repare deconstruir o construir, así se referencie la historia o una raíz etimológica. Igual no todo puede remitirse a los vencedores únicamente, a los liberales de la Reforma, ni sólo es dable conciliar tampoco. En ocasiones habrá que recordar bien la acción de reincidir, la reinvención indolente o intolerante, siendo perfectamente justificado narrar acciones, traer para alguna fertilidad del conflicto a cuento los errores conservadores. Todo depende como se mire el lastre trato a la mujer por ejemplo ahora, la diversidad de ordenamientos legales que lo reproducen aún hoy{1, incluso antes de remitirse o ver reformas constitucionales y penales de más recién factura en 18 estados, que violan y sobre tutelan derechos de la mujer por el asunto de la interrupción del embarazo. Las reformas contra los derechos de la mujer en los estados bajo el auspicio del PAN y PRI principalmente ¿se prestan o interpretan querer volver a cierto pater-nalismo por decir ‘etimológico’ igual? No lo sé. Pero de que se prestan a un autoritarismo decimonónico que nadie quiere, a la violencia estructural de género contra la mujer —y contra el hombre— como dice la ONU respecto el Estado{2, eso es claro.
1}
http://www.milenio.com/node/298014
http://www.eluniversal.com.mx/edomex/1297.html
2}
http://www.eluniversal.com.mx/notas/641932.html
http://www.milenio.com/node/328523
Publicado por: Omar Alí Silva Alvarez | 06/01/2010 en 09:32 p.m.
El supuesto paralelismo entre derechos de gays y fumadores es totalmente ilógico. Lo que hagan los gays en su cama o en el juzgado no nos provoca bronquitis, asma y hasta cáncer a los demás. Este "derecho" a contaminar de los fumadores es una revindicación salvaje y egoísta, justo lo contrario de darles derechos a los gays.
Publicado por: hugh thomas | 08/01/2010 en 10:37 a.m.
Mexico necesitaría "superar" la religión, y salir de ese letargo de ignorancia producida por la fe. Entonces ni siquiera seria "tolerancia" lo necesario pues se vería con claridad, que las diferencias de género entre Los Humanos, son tan mínimas que no son relevantes para hacer distinción alguna ante el derecho. Ni siquiera para la posibilidad de adopción.
Decir que la religión defiende lo natural es una contradicción, ya que es la religión la que se ha resistido a aceptar los descubrimientos naturales, como sucedió cuando Galileo y Darwin entre muchos otros.
Y decir que por natural se debe eternizar como ley, es como decir que como el humano no puede volar por naturaleza, debe entonces permanecer en Tierra, prohibiendo por pecaminoso, cualquier tipo de vuelo artificial.
Publicado por: Mario G | 09/01/2010 en 04:08 p.m.
Mas precisamente; decir que la religión defiende Lo Natural, es un sin sentido ya que la Religión es en sí, uno de los ARTIFICIOS más sobresalientes de la historia humana.
Publicado por: Mario G | 09/01/2010 en 04:21 p.m.
La función primordial del matrimonio no es proporcionar una institución para que dos personas se juren amor. Es la institución natural por la que se engendran y se crían hijos. Aquí se habla todo el tiempo del derecho de los gays cuando en realidad los únicos derechos que deben ser protegidos por el estado son los de los niños, quienes no pueden defenderse por si mismos. Y probablemente en algunos años vamos a tener demandas en contra el gobierno por haber ignorado el derecho de los niños a ser criados (en ausencia de padre y madre carnales o parientes cercanos) por lo más parecido a la institución natural.¿Si un caso así se presentara ante la Suprema Corte de justicia ¿quién ganaría? ¿Los gays o los niños?
O con el ejemplo de las fertilizaciones in vitro, ¿tiene un niño el derecho a saber quienes son sus padres carnales? ¿A que el estado no autorice el engendrarlo para que se encuentre en el limbo de no saber de quien desciende? Hay miles de preguntas más que se deberían contestar antes de legislar, porque el grupo afectado todavía no puede hablar y defender sus derechos.
Publicado por: A.Perez | 09/01/2010 en 07:29 p.m.
Los derechos de los niños y la expresión de los niños puede obedecer a muchas cosas creo yo, la visión tradicional puede ser fuerte pero no única. La ley ampara a unicistas y a excepcionalistas en cuanto al cuidado de los niños y la propia visión de los niños.
http://www.youtube.com/watch?v=tJ4g49TmFFk&feature=player_embedded
http://www.letraslibres.com/blog/blogs/index.php?title=adopcion_homoparental_y_opositores&more=1&c=1&tb=1&pb=1&blog=5
Roberto Echástegui, Holanda
Publicado por: Roberto Echástegui | 24/01/2010 en 06:56 a.m.
Me faltó decir, ¡arriba todo el PRD! no se dejen!!!!
Publicado por: Roberto Echástegui | 24/01/2010 en 07:15 a.m.