El New York Times publica hoy un artículo sobre los misterios de la concentración. Un grupo de científicos dedicados a estudiar el cerebro dejan sus teléfonos y sus computadoras por unos días. La vacación revela una división interesante en la comunidad científica. Por una parte hay quien sostiene que la perpetua comunicación, la obsesiva interacción con otros a través de correos, mensajes y llamadas está limitando severamente nuestra capacidad para concentrarnos. Nuestra mente se atiborra con mensajes y también con la expectativa de los mensajes. Otros sostienen lo contrario: dedicarse simultáneamente a muchas tareas estimula nuestra mente.
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