En septiembre se festeja también la fundación del Partido Acción Nacional. El 72 aniversario coincidió con el penoso lanzamiento de la candidatura de la camarilla en el poder. Un acto francamente lastimoso: un hombre sin voluntad ni ambición lanzado al ruedo de la competencia sin más credencial que su relación con el presidente de la república. Repitió una y mil veces la misma línea para encubrir la ausencia de un proyecto. Se aferró a una frase con tres palabras que no son ni la tercera parte de una idea. Dijo y repitió “valor, determinación y coraje” como quien atrapa una cuerda de la que depende su sobrevivencia. Tuvo a bien hablar de sus pantalones y contarnos que traía puestos unos de uso rudo. No planteó ninguna propuesta sobre el futuro pero quiso mostrarse contundente en su apoyo al presidente. Así, el proyecto del candidato de Felipe Calderón es… serle fiel a Felipe Calderón. Que el candidato del presidente sea Ernesto Cordero es la consecuencia directa de un estilo político. La continuidad del proyecto presidencial lo encarna un técnico apagado, un político cuya trayectoria pública es servirle a un hombre. A Cordero lo han llamado a la última prueba de lealtad: el sacrificio. Cumple ese deber con valor, con determinación y con coraje.
Pero la abnegación de Cordero no es simplemente un síndrome del estilo presidencial. A mi juicio es señal de una crisis del Partido Acción Nacional que hoy se prepara para la contienda presidencial sin claridad sobre lo que representa y, sobre todo, sin argumentos para distinguirse del PRI. Los panistas no dejan de gritarle a México que ahí viene el lobo pero no se hacen cargo de que el lobo ha gobernado con ellos, que ellos lo invitaron, que han cenado y brindado con él, que se han dedicado a arremedarlo. ¿Ahí viene el lobo? Nunca se fue. Acción Nacional tuvo la oportunidad durante dos sexenios de legitimar una forma alternativa de hacer política. No lo hizo. Los estilos contrastantes de Vicente Fox y Felipe Calderón coincidieron en un punto: más allá de su vehemente ataque retórico a sus predecesores, gobernaron la continuidad. El cambio político de la década lo marcó el escenario de contrapesos, no el contenido ni el estilo de la presidencia.
Antes de que renunciara al partido que en ese momento dirigía Felipe Calderón, Carlos Castillo Peraza habló de la victoria cultural del PAN. Antes de ganar el poder, decía él, hemos ganado la batalla de las ideas. Nuestra visión de la política, de la economía, de la cultura ganó hegemonía antes de que los votos ratificaran nuestro predominio. Si el PRI representa la cosmovisión maniquea del muralismo, nosotros representamos la riqueza de la pluralidad; si ellos defienden la legitimidad de la historia, nosotros reivindicamos la legitimidad de los votos; si ellos sostienen un mafioso pacto corporativo, nosotros defendemos el principio de ciudadanía; si ellos reparten el poder entre sus amigos, nosotros apreciamos el mérito de los técnicos y rechazamos la cortesanía del poder. ¿Quién podría sostener hoy, tras una década de presidencias panistas, que el contraste entre el PAN y el priismo sigue vigente?
Diez años bastaron para que el PAN perdiera las credenciales del contraste. El PAN es el responsable de darle una segunda vida al corporativismo mexicano. ¿Pueden hoy los panistas decir que el PRI es una amenaza porque defiende el viejo pacto corporativo que otorga inmensos privilegios a unos cuantos? ¿Puede el PAN hablar sin vergüenza de su antiguo motor cívico cuando ha refrendado el contrato corporativo? El PAN perdió cara para hacer la denuncia que le dio sentido de identidad por muchos lustros. Las corporaciones sindicales no son ahora las representaciones cuasioficiales del régimen postrevolucionario sino que son, como en el caso de la educación, integrantes del gobierno.
Acción Nacional nació inspirado en el respeto a la técnica. Su fundador veía en ella el humanismo vuelto responsabilidad. Anclado en ese valor, los panistas denunciaron durante años el amiguismo imperante en el régimen priista. La administración pública no debía ser la peña de la amistad, sino una selección de talentos. Bajo el priismo, ser compañero de escuela del presidente, ser su compadre, su vecino de banca era el pasaporte a la administración. El gobierno de Felipe Calderón no ha actuado distinto. La lealtad ha vuelto a ser el criterio básico de reclutamiento. Ni siquiera en las trincheras primordiales de la administración, ahí donde está en peligro el Estado, se ha tomado en serio la competencia y la preparación. ¿Puede alguien sostener que al frente de la Procuraduría General de la República se encuentra la persona más competente?
Acción Nacional perdió el norte en su segunda administración federal. La línea que separaba a Acción Nacional de los priistas se ha diluído. Ya no tiene siquiera el consuelo de sugerir que el presidente no es un “auténtico panista.” Correspondió a Felipe Calderón, panista integral, extraviar la brújula y enterrar la orgullosa identidad de su partido.
¿Habrá entonces que empezar a cuestionar la idea de que lo que se produjo en el 2000 fue una transición a la democracia? ¿Qué tiene que ver esta crisis de AN con la crisis de los partidos políticos tradicionales en otros países? Un acontecimiento clave para explicar la crisis de identidad panista: al momento en que AN se hace con la presidencia, uno de sus ideólogos modernos y lo más parecido a un "intelectual panista" muere: Carlos Castillo Peraza. De ahí en más, los dirigentes se dedicaron a perpetuar la lógica del "sálvese quien pueda" y a pactar con quien fuera con el único objetivo de seguir en el poder. Increíble que el gran tema de la política en México siga siendo la elección del presidente.
Publicado por: Barcosmico | 19/09/2011 en 07:18 a.m.
Excelente texto, Maestro Silva-Herzog. El acceso al poder convirtió al PAN en una especie de partido neo-corporativista (un PRI "mejorado"), dejando las corporaciones "afuera" pero invitando a sus líderes a gobernar con ellos. Como si esa forma de interacciçon entre gobernantes y los viejos cacicazgos los hiciera diferentes.
Publicado por: Héctor Castillo Juárez | 19/09/2011 en 01:37 p.m.
Totalmente de acuerdo en lo que mencionas en “Derrota Cultural”. Calderón se encargó de poner el último clavo en el ataúd del PAN. Fox, por lo menos, intentó algunos cambios para la administración pública como el acceso a la información y el servicio público de carrera; Calderón echó para atrás todo eso y más.
Bien lo dices, 12 años tuvieron los panistas para hacer algo distinto, tan solo un refrito del priismo pudieron hacer. En la administración de Calderón, amigos, amigos sin experiencia, incompetentes y amigos ex priistas que de repente se vuelven panistas.
12 años que nadie recupera, menos el país.
Cordero le hace honor a su nombre; el amigo o más bien, el incondicional.
Por más de 24 años me consideré Panista y voté por el PAN, estas elecciones, tristemente, no veo ningún sentido en ir a votar, y si Cordero es candidato oficial, no lo haré por él.
Lo que veo ahora es, que no es un problema de democracia o alternancia de poder, es un problema cultural de los mexicanos; ver al gobierno como botín y oportunidad de poder, sin visión de estado. Ya sea PRI, PAN o PRD o cualquier otro, pasará lo mismo. ¡Vaya problema!
Publicado por: Juan | 19/09/2011 en 01:41 p.m.
soy de los que dijo no volver a votar por el PAN con la actuación de Fox, apoye a Fox por ser nuestro presidente pero me alegre que se terminara su mandato, sin embargo, en campaña me agrado como se manejo Calderón y la campaña que realizo (aun y con las contras de su mismo partido) y vote por el, y a mi punto de vista no me a decepcionado del todo, ya que no solo el es el culpable de la situación actual, este nueva oportunidad de alternancia, se vera en campaña que es lo que ofrecen, y quede quien quede, apoyarlo y darle el beneficio de que nos cumpla lo que nos ofrece, algo que al presidente actual no se le ha facilitado, desde el mismo momento que no se le permitió entrar a recibir la investidura presidencial.
Ya va siendo hora que como Mexicanos apoyemos a nuestra institución presidencial.
Publicado por: Fer | 20/09/2011 en 01:15 p.m.
De lo que va siendo hora es de que los mexicanos construyamos una democracia autentica y no sigamos endiosando entelequias y lideres enfermizos que traicionan los valores que decian defender.
Publicado por: hugh thomas | 21/09/2011 en 12:39 a.m.
NATION BUILDING HUGH?
CONSTRUCCIÓN DE NACIÓN (Y NOCIÓN) Y GOBIERNO EMANADO DE ELLA. DE DEVERAS. NO IMPUESTO POR HEROISMOS ELECTORALES O LA RENTA DEL HEROISMO AGOTADO DE LA REVOLUCIÓN.
No entiendo como esto no se ha interpretado como el fracaso de la política mexicana. El fracaso de la esperanza en la política.
Publicado por: FMGARZAM | 21/09/2011 en 11:35 a.m.