Estamos viviendo la campaña más aburrida en las historia de las elecciones competidas en México. Se pueden encontrar simpatizantes de cualquier partido pero no entusiastas. Habrá muchos preocupados pero pocos con pánico. Las elecciones del 2000 fueron elecciones de régimen: votar para simbolizar el cambio democrático. Las elecciones del 2006 fueron elecciones ideológicas: votar para impulsar un giro a la izquierda—o para impedirlo. Ahora no hay nada de eso: voto sin épica, sin ilusión y sin espanto. Tenemos, sin embargo, la opción de elegir entre tres estilos, tres formas de entender el liderazgo, tres diagnósticos del problema medular de la política mexicana, tres enfoques para encararlos.
Si hablamos de un hombre que lamenta el abandono de los valores tradicionales, que cree que el apego a una doctrina es la base de una vida plena y feliz, que ve al mundo premoderno como una reserva ética frente al perverso reino del individualismo y que condena los “placeres momentáneos”; un hombre convencido de que, por encima de las leyes, debe imperar un “código moral” pensaríamos de inmediato que se trata de un político de derecha. Un conservador que no tiene problemas para pedir, para la política, un baño espiritual. Se trata, desde luego del candidato de la izquierda mexicana que, en combate contra su imagen pública, abraza el discurso del amor. El tono es nuevo pero el estilo es fiel a sí mismo. Andrés Manuel López Obrador predica como lo ha hecho siempre. Está convencido de que el problema de México es esencialmente un problema ético y que los complejos problemas del país no lo son. Bastan los valores. La reforma fiscal que necesitamos es honestidad. La reforma al sector energético que necesitamos es honestidad. La política de seguridad que le urge al país es que el bien suprima al mal. En el diagnóstico del país hay un desprecio explícito a la aproximación técnica a los problemas de México. Quizá la apelación a ese instrumento, fría herramienta moderna, es parte de nuestra crisis moral. Lo que el país necesita es un guía moral en la presidencia de la república: un predicador.
Josefina Vázquez Mota se deleita en la vaguedad. Su retórica no es la de una predicadora sino la de una oradora motivacional: sonrisas para el optimismo y el pensamiento positivo, buenas intenciones vendidas como si fueran un proyecto. La candidata del PAN no concreta una idea ni una propuesta porque cree que lo que le hace falta al país es un constructor de consensos. Ella quiere presentarse como la negociadora que México necesita. De acuerdo a su diagnóstico, el gran problema del país es la incapacidad de llegar a acuerdos. Consenso es la palabra central en su discurso. Su mejor credencial no es lo que piensa o lo que propone sino la gente a la que ha invitado para colaborar con ella. A diferencia del presidente Calderón, a Vázquez Mota no le intimida el talento de otros y bien puede invitar a colaborar con ella a quien sabe, no a quien es su amigo. En el proceso panista se vio con claridad su indisposición al debate. Sus contrincantes la cuestionaban seriamente, a veces con severidad, y ella seguía aferrada al libreto de su sonrisa. Su renuencia a discutir es reveladora. Es una profesional de las evasivas por razón doble. En primer lugar, no parece tener ideas que defender; en segundo lugar, si alguna idea tuviera, no querría aferrarse a ella y bloquear después una negociación. No es polemista como Calderón, ni pendenciera como Fox: quiere tejer consensos. Josefina Vázquez Mota cree en la política como un bordado de acuerdos. Así se promueve: una tejedora.
El candidato del PRI no propone negociaciones sino eficacia. Cree que la efectividad está reñida con las transacciones y por ello busca la restauración del antiguo presidencialismo. Pretende cambiar las reglas constitucionales para dotar al presidente de una mayoría que le permita gobernar. No le interesa formar un Congreso profesional que responda a sus electores sino continuar con una legislatura dependiente de las jerarquías partidistas. Su idea de la reforma política es clara: ganar capacidad presidencial a costa de la diversidad. Limitar el pluralismo, ese obstáculo dañino, para darle al Ejecutivo la palanca del mando pleno. Nadie podrá decir que Peña Nieto es un hombre de ideas, pero tampoco puede negarse que ha suscrito un proyecto político detallado y coherente. Ahí está la clave de su estilo: ha adoptado un programa y quiere realizarlo. No es un predicador moral ni un tejedor de acuerdos: es un chofer que piensa llevarnos hasta el domicilio que le han notificado como deseable. No quiere que lo distraigamos, no busca negociar con nosotros la ruta que va a tomar ni los atajos que le recomiendan sus asesores. Nos pide confianza y sugiere que nos echemos una siesta mientras él maneja el coche. Es un chofer que cree que la sociedad mexicana va en el asiento trasero.
Esos son los estilos en campaña: un predicador, una tejedora, un chofer.
Una "tejedora" que ha la fecha ha sido incapaz de bordar ni un calcetín. ¿Donde están los acuerdos que logró "tejer" Josefina en la Cámara de Diputados, o en SEDESOL, o en la SEP? Un artículo demasiado condescendiente para con una funcionaria que fue peor que mediocre, pésima legisladora, típica política oportunista que va a la elección sin propuestas ni ideas no por que busque el "consenso" sino porque al rehuir al compromiso piensa que tendrá más posibilidad de gobernar como le de la gana si es que triunfa. De ejemplos de este tipo de políticos felones está llena la historia.
Publicado por: Pedro Aguirre | 12/03/2012 en 08:18 a.m.
Muy buen editorial, Chucho. ¡Patético! ¿Qué hacer con semejantes personajes? No sólo es triste sino muy preocupante. Gracias de nuevo.
Publicado por: Connie Roldán | 12/03/2012 en 05:55 p.m.
"Estamos viviendo la campaña más aburrida en la historia de las elecciones competidas en México." Mmm.... Pues a mi me parece una campaña muy interesante, con buenos candidatos. A veces los politólogos son taaan exquisitos. Me recuerdan a esos críticos de cine que terminan por negarle mérito a toda película: ninguna les parece suficientemente buena.
Publicado por: Alicia | 12/03/2012 en 08:04 p.m.
Disculpe; el articulo me parece rrealmente malo. Es decir, pensar que para AMLO: "La política de seguridad que le urge al país es que el bien suprima al mal", es pensar de manera simplista y mustra ignorancia de las declaraciones de AMLO.
AMLO habla de poner más escuelas por ejemplo, como bien hizo en la Ciudad de México. (Preparatorias y la univercidad de la ciudad)
No nos quieras confundir!!!!!!
Publicado por: ES | 12/03/2012 en 09:18 p.m.
Es Andrés Manuel López Obrador quien ha dicho lo que a usted, ES, le parece simplista. En sus "Fundamentos para una república amorosa dice: "no es la violencia, sino el bien, lo que suprime el mal"
http://www.jornada.unam.mx/2011/12/06/politica/009a1pol
Publicado por: jshm | 12/03/2012 en 11:08 p.m.
Tómala ES! Jaja... ora si que te calló la boca el Chucho.
(por cierto: tú ortografía está para llorar)
Publicado por: Alicia | 13/03/2012 en 01:34 p.m.
En lo que sí se equivoca Chucho es en decir que la campaña es aburrida. Para nada. AMLO será lo que sea pero es un personaje fascinante, Josefina es la primer mujer candidata con posibilidades de ganar, y Peña Nieto... mmm... pues está guapo. ¿Cuando fue la última vez que tuvimos un trío tan florido?
Publicado por: Alicia | 13/03/2012 en 01:39 p.m.
Sí Alicia, AMLO es fascinante... para los psiquiatras y los sociólogos que estudian los fenómenos de masas surgidos de la demagogia. Nada más.
Publicado por: A Facebook User | 13/03/2012 en 02:33 p.m.
Intelectual Silva Herzog Márquez :
¿ La primera parte de su artículo dedicado a AMLO es mera influencia, o inocente sincronícidad de la blogósfera ? . Porque , sospechosamente , se parece a dos ensayos de Roger Bartra publicados en letras Libres .
Se pueden ver aquí :
http://www.letraslibres.com/revista/columnas/todos-la-derecha
http://www.letraslibres.com/revista/columnas/amor-interno-bruto
¿ El plagiador por su “paráfrasis” cae ?
Publicado por: Piterparquer. | 14/03/2012 en 02:51 p.m.
Excelente retrato de la contienda política actual de parte del maestro Silva Herzog. En lo que no estoy de acuerdo es el tono lamentoso del maestro. Yo creo que es mejor una contienda con menos estridencias, aunque si -claro está- debe contener propuestas. Lo malo es que la opinocracia mediática pide show para sus portadas y noticieros y eso es lo que parece que se extraña.
En cualquier caso la conclusión de Silva Herzog es válida y deja una pregunta a la ciudadanía: ¿a quien prefieren para gobernar? ¿A un predicador, a una tejedora o a un chofer?
Publicado por: José Luis Benítez A. | 16/03/2012 en 10:36 a.m.
Con lo que hay que terminar es con la visión "mesiánica" con la que el presidencialismo mexicano sigue identificándose. Sin importar el color, todos se presentan como "salvadores" y/o "solucionadores" de "TODOS" los problemas que existen en el país. La discusión sin argumentos y la acusación sin pruebas, deben terminarse. Quien quiera ser presidente de este país debe ser capaz de conciliar las diferencias y de convocar a la gente mas talentosa de México (que hay mucha en todas las áreas del conocimiento) para encontrar las soluciones (alternativas) políticas y técnicas que nuestro país requiere. El titulo de "Señor Presidente" se debe ganar y para eso cualquiera de los candidatos debe dejar de ser un simple político, para convertirse en un "Estadista". Yo se que el termino es un "lugar común", pero no por eso deja de tener vigencia y validez. Por cierto que no creo que ninguno de los candidatos actuales tenga la estatura para lograrlo.
Publicado por: Iñigo | 13/05/2012 en 11:24 a.m.
Your style is unique compared to other people I have read stuff from. Many thanks for posting when you've got the opportunity, Guess I will just bookmark this page.
Publicado por: corporate training courses | 30/09/2013 en 10:55 p.m.
Thanks for sharing your thoughts about debt. Regards
Publicado por: nashville painting company | 10/10/2013 en 03:13 a.m.