Desde hace unos quince años John Brockman, un inquieto promotor de la cultura, un empresario intelectual, organiza una extraña fiesta decembrina. Brockman, de quien se ha dicho que es una de las grandes enzimas intelectuales de nuestro tiempo, no reúne a su familia para cenar pavo o abrir los regalos de Santaclós. Invita a algunas de las mentes más brillantes del mundo a reunirse virtualmente en edge.org, su página de intenet, para contestar una pregunta provocadora. La fiesta es la conversación que se teje a partir de las respuestas. El festejo anual de edge es un puente entre aquellas dos culturas que se ignoran. Las artes y las ciencias compartiendo el manjar de una buena pregunta. Entre sus invitados habituales puede encontrase a Steven Pinker, Richard Dawkins, Craig Venter, Brian Eno, Daniel Dennet, Samuel Harris. Sí, poca diversidad. Muchos hombres ingleses o norteamericanos—pero, a fin de cuentas, un grupo con cosas que decir.
Las preguntas han sido particularmente agudas. Interrogantes misteriosas o perturbadoras. ¿Cuál es tu idea peligrosa?, ¿En qué has cambiado de opinión?, ¿En qué crees que no puedes probar?, ¿Qué nos puede hacer más listos?, ¿Ha cambiado internet la manera en que piensas?, ¿En qué eres optimista? La pregunta más reciente de edge es ¿de qué deberíamos preocuparnos?
En estos momentos hay algo que conspira silenciosamente contra nosotros. Peligros inadvertidos, amenazas que nadie atiende. El variado grupo de científicos, tecnólogos y expertos en las más extravagantes disciplinas se reúne en esta página para compartir sus angustias. Claro, no faltan los listos que reflexionan sobre la preocupación. Una preocupación, puede leerse por ahí, es una inversión en recursos cognitivos atada a emociones del espectro de la ansiedad dirigidas a la solución de un problema específico. Toda preocupación es costosa, agrega Stan Sperber—como también lo puede ser el no preocuparse. La preocupación no es una carga; es un regalo, dice el neurocientífico Robert Provine: un tipo de pensamiento y de memoria que ha evolucionado para darle dirección a la vida y protegerla del peligro.
Si nos fastidia la tranquilidad o estamos hartos de las preocupaciones obvias, podemos encontrar en la página de edge una buena dosis de preocupaciones insospechadas y nutritivas. Preocupémonos pues de terribles virus mutantes, de la eugenesia china, la espantosa epidemias de gordos, los rayos gama, asteroides devastadores, oscilaciones solares, la devaluación de la palabra escrita, la apatía, los prejuicios de google, el fascismo tecnológico, la marginación informática, el creciente déficit de nuestra paciencia, el envejecimiento del planeta, la homogeneización del mundo, la erradicación de la muerte, la expansión del universo, el antiintelectualismo que arrincona a la ciencia, el crimen apoderándose de los Estados, la incompatibilidad del desarrollo científico con los procesos democráticos, el derroche de las fantásticas oportunidades que nos ofrece la tecnología, la desaparición del espacio público, la desconexión humana, la perpetua conexión virtual, la brecha entre la comprensión y la información, la pérdida de contacto con nuestro propio cuerpo, la proliferación de la pseudociencia, la creciente torpeza de nuestras manos, el solipsismo informático, el fin de la privacía, la amnesia colectiva, la pérdida del deseo sexual, la explosión de nuesvas drogas, las supersticiones viejas y nuevas, los límites de la democracia, la muerte de la diversidad cultural, la inextinguible estupidez, el estancamiento económico del planeta, nuestra inmortalidad digital, la inestabilidad genómica.
A preocuparse también se aprende.
Sensacional, mi querido Jesús. Saludos en casa. Luz Ma.
Publicado por: Luz María Silva | 06/03/2013 en 10:11 a.m.
Si una cosa tiene solución, entonces no te preocupes, y si no la tiene ¿Para qué preocuparse? =)
Publicado por: Zahzita | 07/03/2013 en 09:03 a.m.