De la serie de la BBC:
De la serie de la BBC:
El Museo de Historia Natural de Londres acaba de restituir la estatua de Darwin que había sido sustituida por la efigie de uno de sus más feroces enemigos. Durante 90 años en el centro del museo aparecía la estatua de Richard Owen, a quien se le ocurrió dar nombre a los dinosaurios y fuera un rudo crítico de la teoría de la evolución. A los 200 años de su nacimiento, Darwin regresa a presidir ese "templo de la naturaleza."
Aprender es perjudicial para la salud. Esa parece ser la conclusión de un tal Tadeusz Kawecki biólogo de la Universidad de Friburgo, de quien habla hoy el New York Times. La investigación, que está siendo analizada cuidadosamente por el Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación en México, sugiere que el aprendizaje puede ser dañino y hasta mortal. Si fuera tan ventajoso ser listo, ¿por qué la mayoría de las especies persiste en su ignorancia? Estudiando moscas y pájaros, el biólogo concluye que los costos del aprendizaje pueden ser mayores que sus beneficios.
El sindicato ha recibido el estudio con entusiasmo: universidades extranjeras demuestran que nuestros resultados en PISA son motivo de orgullo.
No entiendo que son, pero no me extraña que, como dicen, escondan secretos.
Hace un par de semanas, Oliver Sacks publicó un artículo en el New York Times sobre las imágenes que observaba cuando lo invadía la migraña. Alucinaciones geométricas que capturan secuencias intrincadas. El neurólogo que ha dedicado un libro
al tema se pregunta si los mosaicos de la Alhambra, las grecas de Mitla o los tapetes persas expresan esa necesidad de comunicar una vivencia primigenia. ¿Serán esas secuencias una ciencia innata, la elemental pista de belleza?
Invito a la conversación que ha suscitado la entrada sobre Sokal y el deber de tomar las pruebas en serio. El intercambio entre Adrían Romero y Aurelio Asiain revive el debate sobre la legitimidad de la burla como instrumento crítico. Recupero un apunte de hace unos años:
Tengo frente a mi un ejemplar de la revista que inició la burla legendaria. La revista Social Text con una portada negra que anuncia una edición consagrada a las “guerras de la ciencia.” Esla edición de primavera - verano de 1996, una edición doble. El último artículo es firmado por un profesor de física de la Universidad de Nueva York y lleva por título “Transgrediento las fronteras: hacia una hermenéutica transformativa de la gravedad cuántica.” El artículo de Sokal era una bomba envuelta como argumento. Más que una explosión, una trompetilla. Camuflado en un caballo académico, el científico se colaba al territorio de los estudios culturales para exhibir su charlatanería. Sokal arremedaba la palabrería, la jerga, el sonsonete de un discurso académico que no pasaba la más elemental prueba de la lógica. El procedimiento era un sencillo método de cuatro pasos: amontonar citas de personajes venerados, hilvanar frases largas, enredadas y confusas para, finalmente, adoptar conclusiones agradables. “En la gravedad cuántica, como veremos, la diversidad del tiempo y del espacio cesa de existir como una realidad física objetiva; la geometría se vuelve relacional y contextual; y las categorías conceptuales fundacionales de la ciencia tradicional—entre ellas, la existencia misma—devienen problemáticas y relativas. Esta revolución conceptual, como argumentaré, tiene implicaciones profundas para el contenido de una futura ciencia posmoderna y liberadora.” ¡Salud!
Unas semanas después que el caballo de troya había entrado a la ciudadela de la academia posmoderna, Sokal salió al aire. En un artículo publicado en otra revista gritó a los cuatro vientos: los he exhibido, son ustedes unos farsantes. Están dispuestos a dignificar como seria cualquier frase que rinda homenaje a sus cantaletas y respalde sus prejuicios. La broma, por supuesto, indignó a quienes recibieron el pastelazo y fue celebrada a carcajada abierta por muchos otros.
Para seguir la discusión, valdría leer el ensayo de Steven Weinberg que publicó Vuelta unos meses después.
Alan Sokal, el genial provocador que exhibió la charlatanería académica en aquel famoso experimento publicado en la revista Social Text, vuelve a la carga para denunciar el cobijo político de los absurdos científicos. Comenta Sokal que un asesor de Bush le dijo en algún momento: somos imperio y, cuando actuamos, producimos nuestra propia realidad. Bush se convenció de que las evidencias eran irrelevantes para la suprema potencia--y así le ha ido. Concluye Sokal: "Todos--conservadores y liberales, creyentes y ateos--vivimos en el mismo mundo, querámoslo o no. La política pública tiene que fundarse en la evidencia prueba más sólida disponible sobre ese mundo. En una sociedad libre, cada persona tendrá derecho de creer cualquier tontería que le parezca, pero el resto de nostros, debe prestar atención solamente a las opiniones fundadas en evidencias pruebas." (Gracias a AA)
Mientras la incultura literaria resulta una vergüenza, la ignorancia científica pasa por ordinaria. Una es incultura, la otra desconocimiento de asuntos técnicos. Avergonzado por su incapacidad para sostener una conversación sobre los protones o el big bang, Bill Bryson se lanzó a descubrir todo lo que un "culto" ignora de la ciencia. El resultado fue una breve historia de todo que se describe como el mejor libro científico en lo que va del siglo. El Financial Times recoge sus apuntes y ofrece una síntesis de sus descubriminos, desde las reacciones moleculares hasta la mecánica cuántica. Las diez cosas que todo mundo debería saber de la ciencia.
Edward O. Wilson se ha sentido fascinado desde muy niño por la diversidad de la vida. Empezó con un periodo de mariposas, luego un periodo de víboras, otro de pájaros y peces Y finalmente, tuvo un periodo de hormigas. No ha dejado jamás ese periodo y ha dedicado su vida a estudiarlas. Se ha empeñado, sobre todo, en descifrar la diversidad. Su empeño tiene ahora una dimensión literalmente enciclopédica: levantar el catálogo de la vida en el planeta. Seguimos hoy viviendo a oscuras: desconocemos a nuestros vecinos los insectos, las criaturas submarinas y la infinidad de bacterias que nos envuelven y nos habitan. Necesitamos una cartografía biológica del planeta. Del gran proyecto de la Enciclopedia de la vida escribe hoy en una pieza publicada por el New York Times. Su libro más reciente es un llamado a salvar la vida.
Últimos comentarios