Las exitosas películas recientes que han partido de una novela o un cuento, llevan a Salman Rushdie a reflexionar sobre el proceso de adaptación artística, cultural y personal. La adaptación vista como una de las vías más fértiles del arte. Robert Frost decía que la poesía era aquello que se perdía en la traducción. A ello respondió Brodsky: no, la poesía es lo que se gana con la traducción. Rushdie sugiere que ambos tienen razón: algo se gana y algo se pierde en el proceso que transforma el idioma, el medio o el género de una obra de arte. En el corazón del asunto está el misterio de las esencias: ¿cómo hacer que una versión de un libro, un poema, una receta, sea algo nuevo, conservando el espíritu de la creación original? Rushdie no tropieza con el lugar común de decir que un película nunca estará a la altura de una novela. En ocasiones la versión cinematográfica puede la calidad del libro. Ejemplo: El señor de los anillos
de Peter Jackson supera El señor de los anillos
de Tolkien.
Traduzco a Rushdie tratando de seguir su consejo:
"Una adaptación funciona cuando logra acomodar lo nuevo y lo viejo, cuando existe entendimiento y cariño por ambos. Funciona si se quiere reanimar una pieza original para que brille con nueva luz. En otras palabras, cualquier adaptación, sea social, cultural o personal debe ser artísticamente libre. Quienes se aferren al viejo texto, al documento original, a las costumbres antiguas, al pasado, están condenados al fracaso, a la infelicidad, a la falsificación, al pleito."
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